miércoles, 22 de septiembre de 2010

Bueno, pues ya estamos en República Checa!
Tras largas horas de espera en el aeropuerto, atascos aéreos, y subir y bajar a 3 autobuses maletas de 32 kilos, por fin llegamos a nuestro destino, a nuestro hogar... a una habitación de 4x4 con dos camas y un baño diminuto.
He de añadir que tras cada palabra que utilice para describir el estado de la habitación, y de la residencia en general, debe ir unido el término asqueroso/a. Así me ahorraré mucho trabajo, porque lo cierto es que para hacer una descripción exacta mediante la ley del mínimo esfuerzo, debería tener una tecla que pusiera “asqueroso”.

Empezaré por la cama. La cama, elemento imprescindible para el descanso, posee un colchón modo sofá-cama. Puedo afirmar que al comienzo de los tiempos era de un color gris claro, hoy por hoy es negruzco, con abundantes lamparones. La almohada es enorme, mullida y no demasiado incomoda, pero poseé cercos de babas de todas las generaciones que han pasado por este lugar.
La ropa de cama huele a limpio, cosa que es de agradecer. Solamente tienes que ser uno de los afortunados que tiene el juego completo, a diferencia del caso de Isa que tiene dos fundas de edredón por sabanas y duerme como si de un saco de dormir se tratase. Solo que con la comodidad de estar acolchado en un campo de estiércol, hecho que te limita mucho el movimiento y aumenta tus posibilidades de ser contagiado por la enfermedad resultante de meter todas las bacterias existentes en una baticao. Furthemore, la funda nórdica tiene un nordicismo equiparable al existente en África.
En resumen, solo se me pasa por la cabeza follar si yo voy dentro de un profiláctico.



Con todo esto, y basándome en el color de la moqueta y en su óptimo estado, supongo que la gente a lo largo de los años a practicado el fornicio en la moqueta. Eso si, tras un calentón jugando a peleas de barro. Tras el coito, un cigarrito de después y un chicle para quitar el mal sabor de boca. Ambos restos depositados en la misma moqueta.

El baño... ese lugar destinado a la desinfección y a la higiene.
Pues en este caso todo lo que puedes esperar es infeccion y deshigiene. Solamente con la microvida existente en el lavabo me podrian haber convalidado fundamentos de microbiologia.



La cocina es una historia a parte, una historia que cuenta con dos fuegos electricos para 20 personas, de los cuales uno no funciona. Aproximadamente media hora para hervir una taza de leche... claaaaaaaaro, que mas da, si aquí hay un clima tropical.

Poco a poco hemos hecho del zulo un hogar... ya se contarán demás vivencias en demás entradas.
Supongo que el hecho de estar escribiendo tirada por el el hall de la residencia, con la bateria tiritando y bueno, en general el cuerpo entero tiritando, no ayuda.

Me despido con baludos para todos y mis mejores deseos de que me echéis de menos maj que a nah en este mundo.

domingo, 5 de septiembre de 2010

El amor, dulce análogo de la infección

Los agentes patógenos están por todas partes: rubios, morenos, altos, bajos, guapos, majos...

Y aunque intentes protegerte de ello no hay complejo vitamínico que te salve de al menos un enamoramiento.

Cuando el patógeno entra en el cuerpo, o el llamado chica conoce a chico, lo primero que se activa el la respuesta innata.

Esta es una respuesta rápida pero débil. Todos los macrofagos, mastocitos u orgullo y dignidad que te queda de la infección anterior despiertan, y te repites a ti misma “Cuidadín, intenta no pillarte esta vez, o al menos antes que él...”. Desconfías y sacas tus defensas a relucir... ¡pero que cojones! En el fondo es como ese catarrillo que siempre quisiste coger para faltar a una exposición del colegio, así que al final tu misma te acabas pasando la respuesta innata por... para que engañarnos: ¡por la piedra!.

Y parece ser que esta inútil respuesta dura exactamente hasta que te mandan a tomar por culo, que es cuando se digna a activarse la jodida respuesta específica.

En este momento, cada célula de tu cuerpo, cada parte de ti, ataca específicamente al maldito espécimen: “En el fondo era un soso aburrido, su lengua era un aspersor de babas, ¡tanto gilipollas para tan poca polla! “.

Eso si, es lenta de cojones... Anda que no tienes que estar tiempo autoconvenciendote ni nada para curarte de esa enfermedad altamente contagiosa llamada amor. (Se trasmite por vectores, como pueden ser las películas de Hugh Grant, y en ocasiones creo que se trata de una pandemia de la cual la gente participa encantada).


Con el tiempo, tarrinas de helado y representaciones varias de la escena “All by myself” de Bridget Jones, consigues que todo ese autoconvencimiento se convierta en vivencias. Vivencias que verifican cada uno de las injurias que han salido de la boca de tus amigas durante todo este proceso. Vivencias de las cuales has aprendido.

En recuerdos.


Pasa el tiempo; tal vez no el suficiente, tal vez demasiado; y un “buen” día te vuelves a constipar (fruto de ese despampanante escote que deja poco a la imaginación. Y la culpa no es mía! no se como ha llegado esta escueta tela a mi torso...)

La respuesta innata se pone manos a la obra utilizando pequeñas anotaciones de lo acontecido en la infección anterior.

Pero no hay peor macrofago que el que no quiere ver: “pues parece diferente”, “me ha dicho que le importo” ,“me ha llamado preciosa”, “es que lo ha pasado muy mal hasta que me conoció”

Abre la boca. Saca la lengua. Dí A : Aaaaaaaaaaahhh (suspiro)

Lo siento cariño, ya es tarde.


Ahora bien. Existe otra opción. Puede que el tiempo te lleve directa a la cubierta de mucopolisacaridos del mismo puto patógeno anterior, y en ese momento debería ponerse en marcha el único mecanismo efectivo de este sistema inmune para el amor: la memoria. La respuesta secundaria actuará mucho mas rápido que la primaria, recordando las vivencias, los injurios, y los kilos de mas debido a las tarrinas de helado.

Y si en este punto aun te pasas tu sistema inmune por la piedra... chica, vas a estar enferma durante muchos años. O en el peor de los casos, cronicamente.


En lo que a mi respecta, soy un linfocito B memoria de cabeza a los pies. Uno que de vez en cuando sueña con transformarse en Natural Killer, pero que en ocasiones se deja llevar por la infección.